


Pendientes del acto de Kirchner
“No creo que la negociación se haya ido de las manos de los presidentes”, dijo una fuente de
(Rumbosur, 25.05.2006)
“Tengo la impresión de que en la relación con Argentina, el estilo de este gobierno –que es dejar que las cosas vayan decantando, a ver si se arreglan solas– fue dejando que esto creciera, creciera, creciera, y hoy se ha transformado en una cosa muy peligrosa para Uruguay”, comentaba hace un par de semanas el ex ministro de Economía del presidente Luis Alberto Lacalle, Ignacio de Posadas.
“Haber visto la postura argentina como algo propio de un período preelectoral –entonces ‘Dejalo correr, cuando salga electo Busti esto se termina, no te preocupes’– hizo que la cosa creciera, creciera, creciera, y una vez que empujaron al chancho en la bajada no había quién lo volviera a subir”, dijo al programa En Perspectiva, en El Espectador. De Posadas reconocía que “es muy difícil lidiar con la irracionalidad” y con “los códigos de la política argentina”, pero puntualizaba: “Una realidad de política exterior no se acomoda (...) insistiendo en que yo tengo razón y usted está equivocado, aún si la tengo. El tema de quién tiene razón ahora casi pasó a segundo plano; lo que tenemos en este momento es una amenaza seria a los intereses de Uruguay”.
Esa visión del ex ministro, a quien la izquierda visualiza como su antítesis, tuvo la particularidad de, por un lado, separarse de los planteos beligerantes de la oposición y en particular de su propio Partido Nacional, y por otro lado coincidir –en grandes líneas– con opiniones que rumbosur recogió en fuentes del Edificio Libertad y la propia Cancillería. Con matices y “sin los sarcasmos típicos” del ex ministro y senador, pero con algún acuerdo esencial.
¿Negociación imposible?
La comisión seguía funcionando sin representantes de los partidos Colorado y Nacional; los piquetes se consolidaban, “y a mí me confirmaba que esto iba de cualquier manera a
Interna complicada
De Posadas rechazaba los reclamos de la oposición en el sentido de que Uruguay debería endurecer su posición. Reconocía que el miedo que hoy sienten muchos argentinos es genuino, “y los miedos son muy difíciles de combatir”. “El miedo está generado; se creó mal pero es una realidad, entonces hay que ir al encuentro de eso, porque estas cosas no se arreglan ganando uno y perdiendo el otro. Esperar a que mañana en
Por su parte, la fuente de Cancillería reconoció debilidades en el frente interno. “Hay ministros cuya opinión no conocemos; ministros que intervinieron y no debían hacerlo, porque la política exterior es materia del Presidente con el ministro de Relaciones Exteriores (sin perjuicio de que el Presidente pueda buscar, como lo hizo recurriendo al secretario Gonzalo Fernández, alguna vía tangencial para buscar una salida cuando la negociación se trabó en su carril normal)... Faltó disciplina internamente, en momentos en que la oposición ha sido feroz y al mismo tiempo faltode propuesta. Por ejemplo”, dijo, “se reúne la comisión para discutir estos temas y el Partido Colorado difunde una carta diciendo que no considera que sea un nivel adecuado para participar. Al mes desembarcan en la comisión el Partido Colorado y el Partido Nacional, pero sin aportar nada en relación a la estrategia a seguir. Y a continuación critican al Presidente porque ‘no conversa’, si conversa lo critican por conversar, si dice que llevar el tema a
Socios
“Estamos solos, absolutamente solos, y no tenemos tamaño para poder estar solos. Entonces, primero hay que callarse la boca (...) porque no se puede entrar en competencia con el presidente de Argentina, que siempre ha tenido ese estilo de pechar, pechar y pechar. No hay que hacer declaraciones, y mucho menos sin anticipar: en la política la anticipación es esencial”, dijo De Posadas. Pero, ante el pedido de reunión del Consejo Mercado Común, era “de cajón que Argentina no iba a citar, (...) y era de cajón que Brasil, enfrentado a un problema de dos socios, iba a hacer una de dos cosas: sacar la pata del lazo o volcarse al mayor, que es en el que más interés tiene. Lo que Brasil hizo –que en el reino del deber ser está mal– fue decir ‘Esto no es del Mercosur, es bilateral’; [pero] en el reino del ser era lo mejor que podía ser para Uruguay”.
La fuente de Cancillería coincide en que Brasil no podía dar la razón a Uruguay. “Pero pudo jugar la carta del Consejo Mercado Común, que era lo que nosotros habíamos pedido para discutir el bloqueo. Brasil no sólo no ayudó a resolver el conflicto sino que le dio la razón a Argentina en cuanto a la bilateralidad. A mi manera de ver, ese es un grave error de Brasil incluso para sus intereses nacionales”, señaló.
El experimentado dirigente nacionalista destacaba que “el Mercosur para Brasil siempre fue un proyecto político, no comercial (...): liderar un bloque para consolidar su situación como player internacional. Tenemos que reconocer eso” y “acercarnos a Brasil callados la boca” para “tratar de negociar comercialmente todo lo que se pueda con todos los que se pueda”.
“Se dice que cuando Lula habló con Kirchner sobre la necesidad de conversar con Uruguay, el presidente argentino tuvo una reacción... destemplada. Pero desde mi punto de vista Brasil se equivocó. Nadie le estaba pidiendo que se inclinara por Uruguay sino que reconociera la regionalidad del conflicto. Hay mucha manija contra el Mercosur, hay gente muy interesada en que la integración no camine, y la actitud de Brasil vino a robustecer esa imagen. El Mercosur no funciona desde el punto de vista comercial, no funciona respecto a la compensación de las asimetrías, y si Brasil pretende liderar el proceso de integración es el que tiene la mayor responsabilidad.
Aunque rechazando “el tono mordaz”, una fuente del Edificio Libertad coincidió en lo esencial del planteo del ex ministro nacionalista, y en que la solución del problema tampoco está en
De Posadas proponía “ir al encuentro de Argentina hasta en el tono”. Partiendo de que los 90 días de suspensión son “un disparate” que “no se puede ni discutir”, proponía tragar saliva, “reunir toda la información otra vez”, “llamar al embajador argentino, poner todo esto a su disposición, pedir al gobierno argentino que, habiendo leído y estudiado todo esto por favor nos diga concretamente qué otros elementos precisa”, y “decir: ‘Muy bien, vamos a tomar una lista de consultores, elijan tres y vamos para adelante con ese tema; lo financiamos entre los dos y seguimos para adelante’”.
“Hoy no hay ninguna conversación”, dijo a rumbosur la fuente de Cancillería. “Más allá de que Uruguay siguió participando en todos los eventos del Mercosur, más allá del buen relacionamiento personal con todos quienes participan en el intercambio, más allá de que incluso en este período aumentó el intercambio comercial entre Argentina y Uruguay, lo cierto es que los pronósticos no son buenos. Uruguay se juega una carta muy importante en esta primera audiencia en
Vázquez viene insinuando desde hace varias semanas (y lo repitió este domingo) que “este Mercosur no sirve”, y que el propio tratado prevé la salida de sus miembros y pasar a la calidad de asociados, como lo es Chile.
De Posadas reclamaba “dejarnos de hacer declaraciones con relación al Mercosur. Es cierto que no funciona, pero es absolutamente inviable que nos podamos ir, y es mucho más inviable aún que podamos cortar a la medida un traje Mercosur propio; ser socios aquí sí, allá no, un poquito para arriba… Eso es absolutamente inviable”.
“Hoy está en juego la inserción internacional del Uruguay, para lo cual hay que analizar la situación en la región”, matizó el funcionario de Cancillería. “En
“Si el Tribunal aceptara las medidas cautelares que pide Argentina –detener la obra–, toda la región se tiene que despedir de las inversiones. Si no da lugar a las medidas cautelares, no hay ninguna garantía de que no sigan los piquetes (este fin de semana cortaron el puente otra vez). Apostemos a la racionalidad. Si este jueves Kirchner vincula este tema en su campaña electoral, es un problema. Podemos tener un panorama más complicado.
“En ciertos aspectos estamos en una situación particularmente vulnerable”, advertía De Posadas, y coinciden las fuentes de rumbosur. “En la energía, en los canales, en todo lo que fuera, Argentina nos va a pasar factura, nos va a costar muy caro. Tenemos que tratar de parar la pelota, enfriar el partido, callarse la boca e intentar (...) un acercamiento con Brasil para tratar de recomponer la relación, que es muy importante”.
Silencio
El fin de semana pasado trajo noticias que pueden cambiar el escenario. Trascendió que la provincia de Corrientes ha estado negociando la instalación de una planta de celulosa finlandesa “igual o más grande que la de Fray Bentos”, y que el gobernador está en tratativas con empresas chilenas. El presidente de la consultora que diseñó la planta de Botnia en Uruguay, Rainer Häaggblom, añadió que también el gobernador de Misiones está muy interesado en recibir a las empresas del papel.
El reconocimiento debilita las posiciones intransigentes ensayadas hace apenas unos días por el presidente y los gobernadores argentinos que se solidarizaron con su par entrerriano Jorge Busti, y éste trató de “hipócrita” al correntino.
El presidente de Botnia, Erkki Varis, aseguró el domingo a enviados de varios diarios argentinos que la planta será inaugurada como estaba previsto entre agosto y septiembre de 2007, ya que la empresa no piensa paralizar las obras porque eso no es necesario para el estudio de impacto ambiental. Y advirtió que este conflicto “disminuye las ganas de invertir en
Ya el sábado 20, otro gesto destacado fue la presencia del vicecanciller y el embajador argentinos en los actos conmemorativos de los 30 años de los asesinatos en Buenos Aries de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw.
Vázquez, quien hace unos días concluía que no hay nada que hablar sobre este tema, decía este domingo a Morales Solá que siempre está “dispuesto a hablar”, aunque “es el gobierno argentino el que ha llevado el conflicto al Tribunal. Y creo, sinceramente, que Uruguay tiene razón”. “Estoy dispuesto al diálogo, pero ¿cómo hacer ese diálogo? Entiendo las necesidades políticas del presidente Kirchner, pero yo no tengo muchas propuestas para hacerle”, dijo Vázquez a
También el canciller Reinaldo Gargano, si bien reclamaba la razón para la posición uruguaya y recordaba que Argentina optó por llevar el tema a
Desde la otra orilla, también este domingo pero en Clarín, Kirchner sostenía que cree tener “los principios jurídicos” para recurrir por “la violación del Pacto del Río Uruguay”, y que está “siguiendo todos los pasos que corresponden a una actitud cívica correcta en un tema ambiental, y a la desdramatización que debe tener esta cuestión”. Y parecía también enviar una señal: “Yo, al revés de lo que han dicho el propio presidente (Tabaré Vázquez) y demás, creo que nunca el diálogo se agota”.
Pero, tomando distancia de
Algo es seguro: desde el Edifico Libertad y
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La defensa celeste
Para defender a Uruguay ante el Tribunal de
Nadie entendía nada, hasta que habló el Goyo
“¡¿Qué pedir perdón ni pedir perdón?! ¡Antes caer de espaldas que de rodillas!”. La boca torcida en un rictus desafiante, el teniente general Gregorio Álvarez bramó la respuesta a la cara de los periodistas que le preguntaban qué habían querido decir los 10 ex comandantes con su carta difundida en el Día del Ejército. Tal vez su estallido puso un antes y un después definitivo en “la cuestión militar”.
Rumbosur, 25/4/2006.
Hace dos semanas,
El general Gregorio Álvarez razonaba así cuando, siendo comandante en jefe, emitió en julio de 1978 la célebre orden interna 7777 anunciando: “Este Comando no permitirá fijar forma de revisionismo de lo actuado por sus integrantes durante la guerra contra la subversión, y si alguna actividad reñida con los Derechos Humanos se le adjudica, el suscripto se responsabiliza de haber dado la primera orden en ese sentido por su condición de jefe de Estado Mayor Conjunto en la época de referencia”.
“Yo lo maté”, asumió –con el mismo sentido común— el teniente general Hugo Medina en una lejana entrevista con César Di Candia, cuando éste le preguntó quién había matado al doctor Vladimir Roslik. Medina era el comandante de la región militar de la cual dependía el cuartel donde el médico fue torturado hasta morir el 16 de abril de 1984. No adujo que él no había dado orden expresa de matarlo, ni importaba quién se había “excedido” al sumergir a Roslik en el tacho: fue personal a su mando en una dependencia a su mando. Medina tampoco argumentó que el operativo que terminó en la muerte de Roslik fue una maniobra para debilitarlo a él como “aperturista”, precisamente en oposición a los “duros” liderados por Gregorio Álvarez. En lugar de argumentar, explicar, justificar, dijo escuetamente: “Yo maté a Roslik”.
También a la salida de la dictadura, los comandantes de las Fuerzas Armadas emitieron en 1986 una recordada declaración, en la que reivindicaban el golpe del Estado (“cuando se producen desencuentros entre los sectores que componen una sociedad, de magnitud tal que no se logre conciliar un punto de entendimiento y la crisis trae como consecuencia el quebrantamiento de la legalidad vigente”). Los comandantes explicaban elípticamente que habían perdido “los puntos de referencia” y reconocían que “los hechos derivados de tal situación, cometidos por integrantes de las Fuerzas Armadas, son de su responsabilidad, por acción u omisión”.
Coincidentemente, las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, la izquierda y sectores minoritarios del Partido Nacional y del Partido Colorado reclamaban juzgar a los autores materiales de los delitos, pero también y en primer término a quienes tuvieron la responsabilidad no sólo de la “guerra contra la subversión” (que en realidad había terminado un año antes del golpe de Estado), sino de las violaciones ocurridas durante toda la dictadura.
Pero, pese a tanta unanimidad en la responsabilidad máxima del mando superior, en aquel mismo 1986 el Parlamento se vio forzado a aprobar la ley de Caducidad de
Por eso, cuando trascendió en vísperas del Día del Ejército que 10 ex comandantes difundirían una carta abierta, en la que asumían la “responsabilidad” por las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura, medio país salió a interpretar qué se proponían.
Ya el jueves 18, los programas periodísticos de radio y televisión comenzaron leyendo la carta y buscando aclaraciones, repercusiones, o por lo menos signos exteriores que permitieran una interpretación.
Para empezar, se comprobaba que eran casi todos los ex comandantes aún vivos: Gregorio Álvarez (1978-79), Guillermo de Nava (1990-1992), Juan Curutchet (1995-96), Fernán Amado (1998-99), Carlos Daners (2001-2004), Carlos Berois (1987-90), Juan Rebollo (1992-93), Raúl Mermot (1996-98), Juan Geymonat (1999-2001) y Santiago Pomoli (2004-2005).
Segunda comprobación, el único que ocupó el cargo durante la dictadura fue Álvarez.
Tercera comprobación, no la firmaban Daniel García (1993-1995) ni Ángel Bertolotti (2005-2006), el inmediato predecesor del teniente general Carlos Díaz. Con las horas se sabría que Bertolotti no fue informado de la carta ni invitado a firmarla. Se tomaba nota de que, durante el actual gobierno, Bertolotti encabezó las investigaciones sobre desaparecidos y elaboró el informe que reconoció por primera vez de manera oficial la desaparición de personas.
Fuentes próximas a Daniel García aclaraban que él tampoco fue informado previamente, y que “hace tiempo que no concurre a reuniones de militares”. En abril del año pasado, en el programa Código País de Teledoce, García negó que el Ejército torturara a sus detenidos: los prisioneros declaraban espontáneamente y después pedían a sus interrogadores que los golpearan para justificar, con las marcas, porqué habían colaborado, afirmó. Pero se tomó nota de que García se había manifestado partidario de un pedido de perdón por parte de los militares. Después de las primeras interpretaciones a partir de quiénes firmaban, quiénes no y por qué, se pasaba a la segunda parte: qué decían y qué efecto buscaban con la carta.
Ma non troppo
Los ex comandantes precisaban el motivo de su salida pública: “varios camaradas en actividad y retiro han debido concurrir a Juzgados por citaciones en distinta calidad, relacionadas con hechos del pasado”, “casos recientes y en algunos otros en trámite, (...) abriendo el paso a
Las premisas de la carta no pasaban de generalidades (“el Jefe es responsable de lo que hacen sus subordinados”, “apoyo incondicional al Ejército y su Mando”, “compromiso con el Ejército y con
La sustancia parecía estar en el remate: “Declaran que comparten y asumen plenamente las responsabilidades institucionales y sus eventuales consecuencias, por los actos del servicio cumplidos por los integrantes del Ejército, como un compromiso solidario e intransferible”.
Varios dirigentes políticos consultados destacaban el tono “mesurado” de la carta. Familiares de detenidos desaparecidos apuntaban que, si los comandantes se estaban declarando culpables por los delitos que cometieron sus subalternos, lo recibían con beneplácito. Una redacción ambigua como “adhesión que les inspira el dolor de todos los compatriotas que han perdido a seres queridos” podía querer decir muchas cosas.
Según los primeros trascendidos de fuente militar, los firmantes aspiraban a “que la situación sea escuchada, atendida, y que –si creen que es una instancia que amerita conversar con nosotros, o mandarnos citar– bueno, todo eso está abierto”, dijo uno de ellos a En Perspectiva fuera de micrófono. Nada nuevo, entonces, salvo que quisieran dar una señal clara de que no resistirían una citación, como algunos anunciaron en su momento y se volvió a decir recientemente.
¿Qué querían decir, entonces, a quiénes y para qué? Porque el general Mermot distinguió rápidamente entre los “actos de servicio” y sus consecuencias de torturas, muertes y desapariciones. “¿Usted puede pensar que alguien pueda dar esa orden sensatamente, que alguien que ahora se hace responsable pueda haber dado esa orden?”, preguntó en relación a la muerte de María Claudia García de Gelman. “¿Cómo va a ser un acto de servicio? No, no. De ninguna manera”, enfatizó. Y remarcó: “Uno es responsable de todo lo que hagan o dejen de hacer los subordinados en tanto lo hagan cumpliendo órdenes, directivas o planes precisos dispuestos por uno. Pero si hay algo que se hizo que no responde a un plan o a una orden precisa, no soy responsable”.
El 18 de mayo de mañana era imposible saber de qué se estaba hablando. Si la carta aludía a las extradiciones motivadas en aquellos hechos ¿por qué están detenidos los militares Gavazzo, Silveira, Rama, Vázquez, Arab y el ex policía Medina?
A diferencia de lo que en su momento asumieron los generales Medina y Álvarez, los firmantes se sienten “responsables” sólo por los “actos de servicio”, pero nadie aclaró qué es un acto de servicio, en especial cuando “se perdieron los puntos de referencia”. ¿Las torturas, a veces asistidas técnicamente por médicos militares para que el interrogado no muriera prematuramente sin brindar información? ¿El parto de las prisioneras para traficar con los recién nacidos y después matar a la madre? ¿Los millones de dólares con que, según se ha denunciado, se intentó extorsionar a familiares de algunas víctimas y a personas a las que se podía acusar de vinculaciones con “la subversión”?
No se oye
El abogado del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Guillermo Paysée, asignó una “importancia relativa” a la carta y destacó la coincidencia en el tiempo con la detención de “los militares más comprometidos con las violaciones a los Derechos Humanos” para su extradición.
Paysée destacaba algo obvio: las cúpulas militares no son responsables ni dejan de serlo porque así se declaren. El abogado daba otra pista: Serpaj presentaría en estos días una denuncia (que venía preparando desde tiempo atrás) contra las cúpulas militares, por su responsabilidad en los hechos o actos desarrollados por sus subordinados.
Fuentes militares admitieron a rumbosur que una de las principales finalidades de la declaración fue desviar la investigación del juez Juan Carlos Fernández Lecchini en relación a esta “sección uruguaya” del Plan Cóndor, atendiendo al pedido de extradición solicitado por Montenegro. Los firmantes entendieron que, si los mandos superiores reconocían la “responsabilidad” de los hechos de la dictadura, la causa contra los detenidos podría desvanecerse.
También buscaron provocar un hecho político al estimar que la declaración cerraría filas en la interna militar, algo así como “todos encolumnados detrás de los jefes de ayer, hoy y siempre”.
Pero entonces, luego de tantos intentos de explicar el contenido y los motivos de la carta, Gregorio Álvarez descerrajó su ira ante cámaras y micrófonos. Ante la insistencia de los periodistas por una explicación sobre qué buscaban transmitir, Álvarez cortó: “Vamo a dejarla ahí”.
Tal vez era demasiado tarde, y debieron “dejarla ahí” antes de salir a los medios. La carta tendría un efecto boomerang ya que, aunque quiso demostrar que aquellas acciones tuvieron carácter institucional, el tema no caló entre los oficiales en actividad, que aspiran a desprenderse de los hechos ocurridos durante la dictadura. En lugar de cohesión, generó desconcierto en filas del Ejército: si además de la detención y extradición de los más notorios represores –a quienes el arma está dispuesta a entregar– se efectivizara la captura de los ex comandantes, la institución ingresaría en una situación interna que dificultaría la jefatura del comandante Carlos Díaz.
En Uruguay, sin embargo, el Poder Judicial no actuaría de oficio como reclamaron algunas voces. “No está nada previsto, porque los firmantes reconocen su ‘responsabilidad’ en términos genéricos, pero no su culpabilidad en los delitos”, explicó a rumbosur una fuente judicial.
Las derivaciones de la causa que sigue
La carta, en consecuencia, habría logrado el más exitoso fracaso.