viernes, 27 de marzo de 2009

Fui yo solito

Qué pasó conmigo desde diciembre, cómo y porqué

Ellos lo niegan, pero yo oí clarito cuando los gatos callejeros de la calle Asilo se trenzaron en fiera batalla, entre maullidos y dentelladas, disputándose los restos de mi bazo. Junto a la pequeña ventana por la que había salido mi víscera, Fabio Crocci estiraba para la foto la sonrisa y el brazo del basquetbolista que convierte el triple de la victoria en el último segundo.





Los lentes de sol y el sombrero de remar en La Malquerida, aquí para disimular las ojeras, fueron los que usé cuando me moví de un sanatorio al otro. Con ellos entré a la primera operación y, como nos fue bien, lo usé como cábala. Cachetes rozagantes... de cortisona. Pasé de 40 cigarrillos diarios a cuatro o cinco pipas por día, y recién me empieza la carraspera. Camisa cerrada por censura familiar. Aunque la colostomía está allí, creen que no es de buen gusto mostrarla. Detrás se ve una pero hay dos bolas. En fin.


Así terminaba ese 7 de febrero, y con el resultado de un bazo a cero, el segundo encuentro entre el doctor Crocci y yo. Porque el 12 de diciembre ya me había intervenido de urgencia por una peritonitis. 
Entre el maullido de los gatos hambrientos –más todo lo anterior y todo lo que vendría– quedaban atrás dos años de una actividad tan, tan, tan importante, que me había impedido atender mis divertículos. Tampoco había tenido tiempo para tomar los medicamentos indicados 13 años atrás para atender las dos enfermedades combinadas que me descubrieron entonces, en oportunidad de un infarto: plaquetopenia y síndrome antifosfolipídico. Traducido, no tengo las plaquetas necesarias para la coagulación, pero las poquísimas que tengo producen trombosis. Y, acostándome a las seis o siete de la mañana por la inmensa importancia estratégica mundial de mi trabajo, yo no tenía tiempo de darme la inyección de la noche ni de tomar las pastillas de la mañana.

Pájaros cibernéticos y otras sorpresas

Entre mis trabajos, me hacía cargo del sitio web de ecoUruguay. Básicamente, buscar, relacionar y comentar información actualizada sobre el conflicto de Argentina con Uruguay por la instalación de las plantas de celulosa, además de otra información ambiental. Habíamos acordado que mi tarea se limitaría a dos o tres horas por día, que cumplía cada mañana; pero me resultaba imposible irme a dormir sin repasar la prensa entrerriana del día siguiente en la búsqueda de nuevos disparates de los voceros (argentinos y uruguayos) de la así llamada Asamblea Ciudadana. “Son más de las dos de la mañana”, me advertía Beatriz. “Último clic y termino”, perjuraba yo. 
En esas búsquedas con varias páginas abiertas a la vez, me sorprendió –no una sino varias veces– que alguna de ellas tuviera como sonido permanente el canto de pájaros. Pero nunca pude identificar cuál de esas páginas era, porque los pájaros seguían cantando a medida que las iba cerrando… hasta que cerraba la última, la de mi e-mail. Sólo entonces comprendía que los pájaros no cantaban desde Internet… sino en el parque al cual da mi ventana, por donde entraba a pleno la luz del nuevo día. Fueron incontables los días en que me fui a dormir con el sol bien alto, y decenas las veces en que me sorprendió descubrir que los pájaros cantaban en el mundo real.
Y todo eso para consignar las imbecilidades de los “técnicos” de Gualeguaychú y sus voceros (algunos con cierta reputación local de periodistas especializados) quienes repiten con absoluta certeza que, si una persona come 387 kg. de dulce de leche por día, va a tener problemas con su salud. Y como el dulceleche viene de la vaca, la vaca es un peligro para la humanidad. Pero además el dulceleche en realidad es el agua que el norte imperialista nos quiere robar a este sur de traidores y vendidos, como lo somos todos en general y en especial los técnicos, excepto el ingeniero Matta. O notas imbéciles como la del diario Crónica, levantada de El Argentino de Gualeguaychú, siguiente a esta. 
El 12 de enero publiqué un pedido de disculpas por la desactualización del sitio, y fue lo último. Por lo que veo, mientras todas las consultoras siguen diciendo que la planta de celulosa no ha contaminado, tres meses después el ingeniero Matta y sus voceros siguen inconmovibles en sus terribles comprobaciones. Derrames de la planta que ocurren 20 km. aguas arriba y resultan ser algas, pero que al mes siguiente vuelven a ser citadas en la lista de desgracias ecológicas que provocó el imperialismo finlandés... ¡Y yo pasé noches sin dormir para no perderme la primicia de esa basura!

Dice Beatriz, que leyó esto antes que ustedes, que el próximo párrafo es innecesariamente crudo, y que hasta puede resultar ofensivo para la sensibilidad del lector. Pero estoy convencido de que debe ser dicho aquí, porque es la verdad histórica y para que se entienda cómo se llega a tal punto de soberbia que pone en riesgo todo lo que uno planifica, todo lo que uno piensa de sí mismo… y a uno mismo. De modo que, si el lector es sensible, puede salteárselo y continuar con el relato más light en el párrafo siguiente. Es que mis tareas eran tan, tan urgente e intransferiblemente impostergables, que llegué a salir –atención– tres veces seguidas de mi casa hasta que, al llegar a la puerta del apartamento, comprobaba que tenía los pantalones empapados en sangre. Vuelta atrás, nueva ducha y cambio de ropa, llegar nuevamente a la puerta con los pantalones empapados en sangre, tercera ducha y cambio de ropa, y esta vez esperar –digamos–boca abajo, hasta que cesara el sangrado. No una sino decenas de veces a lo largo de dos años. Y nunca en dos años había tenido tiempo de ver al médico porque, obvio, mis tareas eran tan importantes, intransferibles e indelegables, que cualquier cosa que se interpusiera significaría una irreparable pérdida para la Humanidad.

No era esa la única postergación que sufriría la especie humana por esas extrañas prioridades que han manejado mi vida. Desde un año atrás venía trabajando en la concepción, la instrumentación y luego en la publicación del sitio web de Radiodifusión Nacional, que se inauguraba ese 12 de diciembre con fiesta y todo, en la Torre de las Comunicaciones. Supongo que con ministra, Consejo Directivo y vaya a saber cuántas y cuán altas autoridades. Tanto, que me había comprado una corbata para la ocasión y había comprobado que mi traje de ceremonias estuviera planchado. Pero justo el 11 comenzaron los dolores insoportables mientras publicábamos los últimos materiales, y justo el 12, a la hora en que alguien ponía en pantallas mi trabajo del último año, justo en ese momento mi vida estaba en las manos del doctor Crocci. 
Según me contaron, cuando cae un paciente en mis condiciones sus colegas bromean: “Si a este no le sale un Fabio, no le sale nadie”. Porque resultó que para que un cirujano te pueda operar deberías tener un mínimo de plaquetas que permitan la cicatrización. Digamos que 40.000 para que sea riesgoso pero aceptable. Pero cuando llegué a la mutualista yo tenía 18.000. Y mientras me hacían transfusiones de urgencia, mis benditas plaquetas bajaban a 11.000, a 6.000… Entonces “salió el Fabio” a la voz de ahora o nunca, me cirugeó a lo que saliera (y lo que podía salir era un viaje al infinito pero, según el propio Crocci me lo dijo con humildad, “También hay que tener un poco de suerte. Usted un poco de suerte, y yo también…”). 
En fin, que terminó de operarme con 2.000 plaquetas. Discutirían después si era o no posible que no me hubiera desangrado con esa cantidad ridícula, si eran realmente tan pocas pero grandes y los equipos las contaban mal… Pues no: contadas y recontadas resultaron ser 2.000, nomás. Una vez más, la navaja del vengador solitario había logrado cortar y pegar antes de que yo me enterara y me muriera, como correspondía. 



Haciéndome el gracioso, saludo a la hinchada que espera a que me intervengan el 12 de diciembre. Algunos amigos recibieron la postal de Feliz 2009 que les envié con esta foto. 


Tampoco me enteré hasta unas horas después de la concesión que debí hacer para estar vivo y contarlo. “Colostomía” es el nombre amable, digamos el nombre comercial de un agujero en medio de la panza al que yo conocía hasta entonces como “ano contra natura”. Una salida de emergencia que, juran ellos, será clausurada por agosto o septiembre próximos. Una fuente inagotable de sensaciones, digámoslo así. Una mierda, propiamente.

“No es para asustarlo, pero…”

Luego de la peritonitis, tenía que verme la hematóloga para enfrentar el antiguo problema de las plaquetas y la trombosis. Me tomaron sangre para un hemograma que estaría listo recién 15 días después, pero esa misma mañana me llamó el jefe del laboratorio. “No es para asustarlo, pero usted tiene 3.000 plaquetas”, me dijo. “O sea que en un par de horas va a estar sangrando en la Emergencia. Ahórrese el tener que llamar a la ambulancia y todo eso, venga ahora o dentro de un rato, pero no espere mucho”. Así comenzó mi segunda internación, el 21 de enero. En los boxes de Emergencia del sanatorio 2 del Casmu primero, en el sanatorio 1 después, nuevamente en el 2 por último, toda una pelea por conseguir un lugar donde recibir en paz el tratamiento que (suponíamos entonces) me permitiría salir con algo encaminado.
Durante más de una semana me dieron todos los medicamentos imaginables, incluso una serie de gammaglobulina que costó 15.000 dólares y luego otra variante de costo similar. Pero de plaquetas, nada. Hasta que los hematólogos concluyeron que había que practicarme una esplenectomía, otra bella palabra que aprendí de la mano del doctor Crocci: la extirpación del bazo, que estaba fagocitando mis plaquetas. El problema era que la operación de peritonitis era demasiado reciente, estaba débil… y, obvio, sin plaquetas. Pero me “salió el Fabio” por segunda vez en un mes y medio, y allá quedé yo esperando que las dichosas plaquetas comenzaran a multiplicarse ahora que el lobo no estaba.
“Cada vez que lo veo tiene un pedazo menos”, me comentó desalentado un hematólogo. Y para peor, pasó más de una semana y nada de plaquetas. Un día eran 6.000, al siguiente 2.000, al otro 14.000 pero los tres o cuatro siguientes 3.000, 2.000… y varias, varias veces, sólo 1.000. “No se mueva, no gesticule, no hable”. No estaban contra mi libertad de expresión, sino que cualquier movimiento podía provocarme un derrame.

Pidiendo a todos

Mientras tanto, una legión de amigos y conocidos de la familia enviaba sus buenos deseos, piedritas (desde cantos rodados a amatistas), organizaban cadenas de oración (una vecina me anunció que me traería la estampita con que le rezaba a su santo), cadenas de reiki incluso desde Brasil, Nelly que me mandaba decir que me veía sano y fuerte, Walter y sus Energéticos me tiraban toda sus ondas… Sin duda, todos ellos me dieron las ganas para sobrellevar la situación. 
Pero, de todos los locos hermosos que conozco, nadie tan prolija como Kitty. Ella buscó un santo que no estuviera demasiado ocupado para atender sus ruegos. Dio así con el que desde entonces es para nosotros “el Santo Petrolero de Kitty”, San Scarbel. Después vine a saber que el también llamado San Charbel, o Yusef Antoun Mahklouf, en realidad fue un ermitaño libanés, santificado en 1977 por la Iglesia Católica a impulsos de quienes ya le adoraban pese a la prohibición de la propia Iglesia. Pero antes pensaba en San Scarbel como un santo que, levitando sobre el Golfo Pérsico, veía pasar los buques tanques y escuchaba imprecaciones en árabe sobre la crisis global y la baja de los commodities, y que de pronto recibía el llamado de una mujer hablando en español sobre la escasez de plaquetas en Uruguay. Impecable la lógica de Kitty: ¿cómo no escuchar ese reclamo?

Un lindo carnaval

Así las cosas, la última posibilidad pasó a ser la Mabthera, un inyectable que sólo fabrica un laboratorio, que cuesta 80.000 pesos por cuatro dosis (320 mil pesos en total), que hay que comprar antes de comenzar la serie, y que nadie paga para su aplicación a esta enfermedad (el Fondo Nacional de Recursos sólo se hace cargo para casos de cáncer, en los que su efectividad está demostrada). 
¿Qué se puede vender en un par de días para obtener 320 mil pesos? Mi hijo Gonzalo salió a recorrer casas de autos. La mejor oferta era totalmente insuficiente, y, la suma seguiría siendo insuficiente así agregáramos todas las chucherías comercializables de mi casa. Y no había tiempo que perder: mientras no se resolviera la compra de la Mabthera, sólo se podía estirar la situación; pero con la advertencia de que no esperara ningún resultado de ese “tratamiento” que no era tal.
Pero aparecieron entonces los amigos. Varios preguntando por el número de alguna cuenta para depositar su contribución, varios poniendo a disposición los 200, 500 o 1.000 dólares que tenían apretados para emergencias, y tres ofreciendo todo el dinero para la compra de la serie entera. Una de ellas puso fin al tema llevando el cheque firmado. Cada uno, una roca en los cimientos de una fortaleza. ¡Pero era dinero que habría que devolver más tarde o más temprano! ¡Y eran el equivalente a casi tres años de trabajo en ecoUruguay, o a dos años en Radiodifusión Nacional! Y era jueves previo al feriado de Carnaval.

Avisa a los compañeros

El día de mi ingreso al actual Banco de Previsión Social, en 1965, me afilié a la entonces Asociación de Empleados del Instituto de Jubilaciones y Afines, Aeija. Milité fuertemente hasta la dictadura y participé en la reconstrucción del sindicato. Me desvinculé laboralmente del BPS en 1985, aunque seguí afiliado a la gremial. Y alguien recordó que la actual Asociación de Trabajadores de la Seguridad Social, Atss, mantiene el fondo solidario que viene desde los tiempos de Aeija, para imprevistos como el que yo estaba viviendo. 
En pleno feriado, varios compañeros se hicieron cargo de los trámites. El primer día hábil siguiente la directiva del sindicato aprobó hacerse cargo de la compra. Ese viernes, 48 horas después, el tesorero acompañaba a Beatriz a retirar el medicamento, y ese mismo viernes me administraban la primera dosis de la serie. Aquellas 1.000 plaquetas treparon inmediatamente y el viernes 20, antes de la última dosis, se habían transformado en 135 mil (a esta altura –madera sin patas– es seguro que son más de 150 mil).









Pude ir a buscar la última dosis de la Mabthera, y conocer el pequeño museo de la hermosa farmacia Atahualpa. Vale la pena visitarlo. En esta vitrina, moldes para supositorios.


Lo único que sé es que yo sabía, en medio de todo lo imposible, que tanta solidaridad lo haría posible. De modo que, cuando me volvió a golpear la emoción, no fue por sorpresa. Es lo que pasa cuando uno está rodeado de gente formidable. Aunque uno sea lo suficientemente desatento (o esté “tan terriblemente ocupado”) como para no tenerlo en cuenta en cada momento de su vida.

Uno internado, varios para internar

“No puedo creer lo que estoy oyendo”, pensaba varias veces por día en los 50 días de internación. Me enchufaba a Babel FM, me concentraba en los ejercicios respiratorios, y así me fugaba del absurdo. Pero Beatriz, no: ella lidió con el absurdo cada día, del mismo modo como sigue “internada” vía telefónica o personalmente pese a que yo estoy de alta hace tres semanas. 









Cambié de celular pero, como no estaba configurado como tal, sólo podía tomar fotos desde la cama. El televisor, protagonista de una historia de no creer. 

Por ejemplo, el médico indicaba un antibiótico a partir de las ocho de la mañana, pero la pastilla de las 16.00 no venía. “Ah, aquí no lo tengo anotado”, era la respuesta automática. “Pero está indicado, y lo anotó en la historia clínica”. “Lo que no está en el TQ no existe”, era la respuesta automática número dos. El TQ es “el cartón amarillo” con las indicaciones diarias para cada paciente. “Usted sabe que todos los antibióticos se dan cada ocho o cada 12 horas, así que no pueden darle una sola dosis y ninguna más”. “No puedo hacer nada si no está en el TQ”, era la respuesta automática número tres. “Lo que le pido es que consulte con la médica si lo dejó indicado o no”. “Yo tengo que hacer lo que indica el TQ, y lo que no está no existe”, era la respuesta automática número cuatro. “Pero ¿no puede consultar con la médica que lo dejó indicado con su firma en la historia clínica?”. “Dígaselo a la nurse”, era la respuesta automática número cinco. 
Algunos medicamentos vienen en cápsulas, y no es por casualidad sino para que sean absorbidos en el tiempo y por los órganos elegidos por el fabricante. De modo que, cuando en lugar de cápsulas de 25 mg. como estaba indicado, alguien apareció con cápsulas de 50 mg. para que nosotros las cortáramos con una tijera, repartiéramos el contenido entre las dos mitades y lo tomáramos como una pastilla común, no lo podíamos creer. “Pero ¿no puede consultar con la médica?”, recomenzaba el diálogo tipo. Quienes discutían fastidiadas eran personal de la salud que, más vale creerles, no conocían la diferencia. Así cada día, durante los 50 días de internación.
A veces, en cambio, tuvimos demostraciones de gran interés y una vertiginosa iniciativa. Por cierto, no cuando estuve sin dormir los dos días previos a la extirpación del bazo porque mi compañero de habitación, afectado de demencia senil, no cesaba de llamar a su esposa para que cerrara “el portoncito” y apagara “la luz de la calle”. Fueron dos días sin parar, pero la nurse que venía cada varias horas siempre lo encontraba callado. 
Cuando por fin se lo llevaron, ingresó en su lugar un tipo de unos 40 años muerto de miedo porque le iban a extirpar unos nódulos. En realidad, ingresaron él y su madre, de unos 60 años, y sus hermanos, y su padre, y su esposa, y su hijo, seis personas que ocuparon toda la habitación desde las nueve de la mañana hasta las nueve de la noche, fuera del horario de visita, y conversaron animadamente sentados en todos los sillones, banquitos e incluso en su cama. Y la mamá quería ver las telenovelas. Aclaró que veía todas las de la tarde hasta terminar con “Victoria, la venganza de las mujeres”, que va hasta pasadas las 23.00. Tuve que informarle que yo había contratado el servicio de televisión… pero para asegurarme de que estaría apagada, y le expliqué el significado de plaquetas, estrés, de las indicaciones de los médicos: reposo absoluto… La mamá me preguntó desafiante qué haría yo con todos los amigos de su hijito, que es taximetrista y tendría muchas visitas. Quedó algo desconcertada cuando le expliqué que era al revés: que estábamos en un sanatorio, y los amigos de su hijo deberían visitarlo de a dos, en el horario de visita. Pareció aceptar lo de la televisión, pero la escuché protestar que ella no estaba acostumbrada al silencio: “Bastante vamos a estar callados cuando estemos muertos”, sentenció. 
Ese día sí, la enfermería se preocupó del grave problema. En medio de las carencias de personal para atender a los pacientes (todos los días faltaba al menos una enfermera por turno en cada sector), una persona pudo dedicar un buen rato al importantísimo tema. Y así, una funcionaria llegó invocando a la dirección del sanatorio para reclamarle a Beatriz que, “en una actitud solidaria”, “compartiera” el televisor para que la buena señora pudiera mirar sus 10 horas ininterrumpidas de telenovelas. Con su calma broncínea de todas las horas, Beatriz le adelantó que no íbamos a compartir nada, que no iba a concurrir a la dirección a discutir eso, y que hiciera lo que entendiera pertinente. La gentil mediadora no apareció más, y a partir de entonces mis vecinos de habitación fueron personas que entraban para cirugía y salían el mismo día. 






Agenda y cuaderno de novedades en mano, durante 50 días, Beatriz dedicó las mañanas a desfacer entuertos por teléfono o recorriendo consultorios y mostradores. Y ocho horas cada tarde a desfacer otros entuertos en el propio sanatorio. Mientras tanto, y en medio de la preparación de su tesis, Gonzalo trabajaba de chofer full-time de la mañana a la noche. ¿Cómo hace alguien que no esté en condiciones de controlar todo, todo el tiempo?

Así fue prácticamente cada uno de los 50 días. Y está claro: no se debe generalizar, como en todos lados hay buenos, regulares y malos, etcétera, etcétera, pero... Es más: lo correcto es decir que el Casmu no me retaceó absolutamente ningún gasto excepto el de la Mabthera (mientras tanto, a una vecina, otra afamada mutualista acaba de suspenderle un tratamiento sin otra explicación que el costo de las inyecciones, más o menos una vigésima parte de las que el Casmu me aplicó). Pude cambiarme de mutualista y preferí seguir en el Casmu. Pero... 
El médico de la familia cree que, después de tantos días de estrés y agresión (incluso con los mejores modales y las mejores intenciones, por el sólo ingreso del personal a la habitación cada 45 minutos o una hora, a lo largo de todo el día y toda la noche), el paciente internado debería iniciar una terapia psicológica. ¿Qué tal el acompañante que se hizo cargo de todos, todos, todos los detalles de los que no debería ni siquiera estar enterado?

Ahora

Salimos el domingo 9 de marzo, y me dolieron los sentidos al
oir el silencio y ver la luz del día que me esperaban en casa. Me dieron “mi” silla junto a la ventana, justo para ver pasar un velero. Esa noche recorrimos el barrio, tomamos un helado y fuimos al club Acal, donde está La Malquerida (allí la cámara se quedó sin pilas, de modo que no tenemos fotos de Beatriz en aquella noche gloriosa). 
Estoy en mi casa, con una debilidad asombrosa. Dos semanas después de la peritonitis caminaba por el barrio, hoy llevo cinco días sin salir de casa ni subir a la máquina de caminar que me prestó mi hijo Andrés. Me hablaron de tres días de recuperación por cada día de reposo, lo que me da la aterradora cifra de 150 días para volver al estado en que me encontraba en los primeros días de enero. 
Ah, también me traje un ojo menos. En medio de aquellas tormentas plaquetarias de enero y febrero, perdí el 80 por ciento de la visión del ojo derecho. Habrá que esperar tres o cuatro meses para saber si avanza o retrocede.
Prometí que no abriría la computadora hasta no estar bien. Esta es la primera vez que entro en serio. Empecé borrando decenas y decenas de páginas de mensajes entrados, y la tarea siguiente fue encarar esta crónica. ¿Se puede creer que prácticamente tuve que aprender a manejar el procesador de texto de nuevo?

El cambio

Amigos y parientes me reclaman saber qué y cómo ocurrió, y sobre todo me preguntan qué aprendí. “Que el tiempo es algo que no va a volver, y tiempo es todo lo que vas a tener”, cantaba Patxi Andión hace 30 años. Bien, eso es algo que todavía no he aprendido.

Abrí este blog en septiembre de 2007, con la intención de recopilar notas publicadas en papel que corro el riesgo de perder. Son decenas de notas ya digitalizadas o prontas para ello, y en todo este año y medio apenas “pude” publicar 10. 

Mientras tanto, postergué decenas de proyectos personales para dejarme explotar por un pelafustán. Ahora intento cobrarle mediante un juicio lo que me debe desde 2007 por la revista Rumbosur que le hice mientras él nos mentía descaradamente durante un año. Mientras tanto, Rumbosur sigue saliendo.
El sitio web de Radiodifusión Nacional está on-line, pese a mi defección.
De ecoUruguay no tuve más noticias. Librados a celulares que no reciben o no envían mensajes, o directamente no reciben ninguna señal, desde diciembre nos perdimos en el agro-ciber-espacio. Tal vez se enteren por esta vía de la primicia: hasta aquí llegó mi amor. 

Esto no pretendió ser más que una crónica lo menos aburrida posible, y obviamente sin moraleja. Lo que aprendí es que todo lo que me ocurrió es responsabilidad exclusivamente mía. Nadie me pidió que trabajara más de lo acordado, nadie me pidió que abandonara a mis amigos, que no tuviera tiempo para responderles, para visitarlos, para vivir con ellos. 
Nadie me pidió tampoco que me explotara como lo he hecho. Creo haber aprendido que debemos “habitar nuestro cuerpo” en lugar de tironear de él. ¿De verdad lo aprendí? 
Nadie me pidió que siguiera postergando las cosas que quiero hacer desde hace añares. Cuando termine esta crónica, empezaré a buscar un taller de cerámica. ¿Podré disfrutarlo sin culpa, o andaré tironeando de mi cuerpo, listo a postergarlo apenas aparezca una nueva obligación a la cual esclavizarme?

¿Aprendí algo, de verdad? Además de haberlo aprendido, ¿seré capaz de traducirlo en los actos cotitidianos de cada día? En fin, las interrogantes que se me abren son infinitas. Incluso una que atormenta a varios familiares y amigos:


¿Qué piensas hacer con tu pelo? Terrible duda. 

En una obra en construcción cerca de mi casa, un albañil está silbando ahora, como lo hace todo el tiempo desde diciembre pasado. Silba horrorosamente, pero le pone su sello a cada día. Los horneros no dejan de cantar en el parque. No envidio al albañil ni a los horneros, pero me gustaría aprender de ellos. 






viernes, 31 de octubre de 2008

No fue por Botnia, Lanata, sino por reírse de travestis

Crítica levanta una insostenible canallada de El Argentino

Un argentino denunció haber sido agredido por su nacionalidad y por culpa de Botnia. El diario piquetero El Argentino lo amplifica en Gualeguaychú, y Crítica lo levanta sin corroborar nada. No fue así: se burlaron de dos travestis, y cobraron.

(Publicado en ecoUruguay, 31/10/2008)

Un desconocido afirma que un submarino atómico argentino se desplomó sobre la Casa Rosada. ¿Qué hace un periodista con un mínimo sentido común, una ética mínima y un mínimo rigor? Lo primero, rascarse la cabeza porque la historia es absurda.
Un desconocido denuncia en un diarito de provincia que Lanata conducía un ovni en evidente estado de ebriedad y se estrelló contra el Observatorio Intergaláctico de Gualeguaychú. ¿Qué hace un periodista con un mínimo sentido común, una ética mínima y un mínimo rigor?

Un desconocido denuncia que fue agredido por varios individuos que, mientras le pegaban, le reprocharon el conflicto con Argentina; y denuncia además que en el hospital no lo quisieron atender por ser argentino, pero dejó asentada la denuncia en una Jefatura de Policía que no existe, en una ciudad que no existe. El incidente ocurrió en una estación de servicio que no existe, y el hospital... tampoco existe.
¿Qué hace un periodista con un mínimo sentido común, una ética mínima y un mínimo rigor? Si es Lanata, lo publica. Y en primera página. Y esa nota despierta la reacción de decenas y decenas de chovinistas y racistas que dejan comentarios del estilo: “Esto nos pasa por dejar venir a los negritos uruguayos muertos de hambre para darles de comer. Como los yorugas son unos muertos de hambre desagradecidos, después se dedican a hablar mal de los argentinos. Y todavía hay quienes van a veranear allá, para matarles el hambre allá. Ya ven lo que les puede pasar”.

Si Lanata tuviera un mínimo de sentido común, rigor y ética, no habría publicado lo que sigue:

UN ARGENTINO AGREDIDO EN URUGUAY
¿Efectos colaterales de la batalla por Botnia?
Denunció que lo asaltaron y que le mencionaron el conflicto con la Argentina mientras le pegaban. Y que en un hospital le negaron atención.




“Haceme caso, no te metas con travestis. Son flor de machos”




Crítica, Buenos Aires, 31/10/2008.

Un joven argentino denunció haber sido asaltado en una estación de servicio de la localidad uruguaya de Las Flores por tres hombres, que mientras lo golpeaban mencionaron el conflicto binacional por la papelera Botnia. El hombre aseguró, además, que cuando se dirigió al hospital local le negaron atención médica con el argumento de que era argentino.

El episodio se produjo –según reprodujeron los diarios entrerrianos– durante la madrugada del miércoles, cuando Víctor Daniel Fassi paró en una estación de servicio Ancap con su primo Cristian Bonni, quien además llevaba en el auto a su familia. Según explicó, Fassi vive en la ciudad bonaerense de Luján, pero se encontraba en Las Flores trabajando para su primo, que es arquitecto.

“Se acercaron tres personas a agredirme primero de manera verbal, y como me di cuenta de que iban subiendo el tono, atiné a subir de nuevo a las nenas –sus dos sobrinas– y a la esposa de mi primo a la camioneta para protegerlos. En eso, los agresores se acercaron y me recriminaron por el conflicto de las papeleras y comenzaron a amenazarme. […] Uno de estos agresores me tiró una pedrada que me pegó en el ojo izquierdo y comencé a perder mucha sangre”, le contó Fassi a un medio entrerriano.

En el momento de la agresión –publicó el diario El Argentino, de Gualeguaychú– el primo del agredido no se encontraba en el lugar porque se había alejado del auto en el que viajaban para ir a cargar agua para el mate, y la mujer con sus hijas estaban bajando de la camioneta para ir al baño.

El problema no terminó ahí. Según el relato de Bonni –el primo del joven que resultó herido, quien hizo la denuncia policial en territorio uruguayo–, en el hospital de Las Flores no lo habrían querido atender porque “decían que éramos argentinos y nos cerraron la puerta en la cara”. Sin embargo, minutos más tarde los agredidos volvieron al hospital acompañados por la policía local y en ese momento sí lograron que los atendieran. En su relato, Bonni destacó la predisposición policial, y criticó la mala atención médica. “Ellos, como cualquier persona del mundo vienen a un hospital de la Argentina y hay obligación de atenderlos, pero los uruguayos nos niegan algo tan elemental como la asistencia en una emergencia”, se quejó.

En la denuncia policial que quedó asentada en la jefatura de policía de Las Flores –con el número 530– dice que Fassi “fue agredido sin causa” por tres hombres no identificados y que le robaron “una riñonera color negra” que contenía dinero y documentos.

Fassi, junto a Bonni, su mujer y sus hijas, regresaron de Uruguay el mismo miércoles, a las 14, por el puente internacional General Artigas, que conecta el departamento uruguayo de Paysandú con la localidad argentina de Colón. Para poder volver, debieron exhibir la denuncia policial que les permitió justificar la falta de documentación migratoria.

Una vez del lado argentino, se dirigieron a relatar el episodio a los miembros de la asamblea Ciudad Ambiental de Arroyo Verde, quienes lo acompañaron hasta la guardia del Hospital Centenario de esa localidad para que los revisaran médicos argentinos.

***

La historia verdadera

ecoUruguay no es un portal de noticias que compita por la primicia. Pero era todo tan absurdo que levantó el teléfono y consultó a varias fuentes y periodistas uruguayos procurando corroborar la información, o al menos entender de qué se trataba.

Para empezar, ¿cómo un ciudadano argentino agredido en Uruguay por exacerbados nacionalistas pro Botnia no hizo la denuncia ante un consulado argentino, y en cambio esperó a cruzar para hacerlo ante la Asamblea de Gualeguaychú?

Para seguir, “la localidad de Las Flores” no existe. Hay, sí, un caserío en torno a la vieja estación ferroviaria Las Flores, próximo a Piriápolis. Pero si es un pequeño caserío, no tiene “Jefatura de Policía” ni hospital de Salud Pública. ¿Y si fue en la comisaría y una policlínica? Una llamada telefónica bastó para saber que Las Flores tampoco tiene estación de servicio, y confirmar que no tiene hospital: sus pobladores se atienden en Pan de Azúcar. No existe allí ninguna denuncia del miércoles pasado sobre los hechos denunciados. En el cuaderno de “novedades”, las anotaciones sobrepasan las 1.600. En el de hurtos, no llegan a 80.

Alguien había oído que el incidente fue en Paysandú. Probable, dado que cruzaron el puente Paysandú – Colón. Pero colegas de Paysandú negaron que existiera ninguna localidad ni paraje llamado Las Flores. ¿No habrá sido en el departamento de Flores?, arriesgó una colega de El Telégrafo, aunque en el departamento de Flores no hay ninguna localidad con ese nombre.

Pero, perdidos por perdidos, ecoUruguay llamó a la Jefatura de Policía de Flores, en la ciudad de Trinidad. Sí, fue ahí. Pero no fue así, precisaron fuentes policiales directamente vinculadas al caso.

La historia verdadera es que estos ciudadanos argentinos venían de trabajar en el balneario La Pedrera, departamento de Rocha (¿cómo era aquello de “negros uruguayos a los que les matamos el hambre”?). A su paso por Trinidad se detuvieron en una estación de servicio.

En las proximidades de esa estación de servicio se encontraban dos travestis ejerciendo la prostitución (“con las debidas autorizaciones”, se aclaró a ecoUruguay). Y los pobres ciudadanos argentinos no tuvieron mejor idea que hacer comentarios insultantes, burlándose de ellos. De las burlas al intercambio de insultos, y de allí a la paliza que los travestis propinaron a los ciudadanos argentinos, incluyendo el golpe con una piedra. De todo ello hay testigos.

Miente también el denunciante respecto a la supuesta omisión de asistencia. Los propios policías que intervinieron en su defensa los condujeron al hospital, donde fueron correctamente atendidos.

Los travestis fueron detenidos de inmediato por la policía de Trinidad, que dio cuenta a la Justicia. Pero quedaron provisoriamente en libertad porque el delito de lesiones personales se persigue a denuncia de parte ante la propia Justicia, y los ciudadanos argentinos no estaban dispuestos a permanecer en Trinidad hasta las 13.00 en que abre el juzgado.

De todo ello existe información oficial. Y toda esa información fue puesta en conocimiento de la cónsul argentina en Paysandú, que se interesó por el tema a instancias del embajador en Montevideo.

Ya lo dijo Jorge Luis Borges en el final de aquel cuento:

La historia era increíble, en efecto, pero se impuso a todos, porque sustancialmente era cierta. Verdadero era el tono de Emma Zunz, verdadero el pudor, verdadero el odio. Verdadero también era el ultraje que había padecido; sólo eran falsas las circunstancias, la hora y uno o dos nombres propios”.

***

Ahora bien, sólo un pasquín pudo levantar esta denuncia sin corroborar ningún dato. De El Argentino ya nada llama la atención: ese diario ha dicho explícitamente que no da ninguna información que perjudique al piquete de Arroyo Verde.
Pero que el señor Lanata, que tan buen concepto de sí mismo tiene como periodista, levante ese mamarracho sin confirmar nada, sólo puede atribuirse a un amarillismo irresponsable y criminal.
La denuncia destila chovinismo: “En el hospital de Las Flores no lo habrían querido atender” porque “éramos argentinos y nos cerraron la puerta en la cara”. (…) “Ellos, como cualquier persona del mundo vienen a un hospital de la Argentina y hay obligación de atenderlos, pero los uruguayos nos niegan algo tan elemental como la asistencia en una emergencia”.

Uruguay está lleno de turistas y hombres de negocios argentinos, en sus autos con matrícula argentina. Pasean, conversan, reservan casas para el verano… Pero uno de los órganos piqueteros de Gualeguaychú publica una denuncia estúpida que no levantaría ni La Juventud, pero sí el diario de Jorge Lanata, y en primera plana de su portal en Internet.

Y, cuando esta ola de histeria se cobre un muerto, ni la prensa piquetera ni la amarillista Crítica tendrá ninguna responsabilidad. Ellos nada, nada que ver.





domingo, 5 de octubre de 2008

¿Fuera de control?

Pendientes del acto de Kirchner

“No creo que la negociación se haya ido de las manos de los presidentes”, dijo una fuente de la Cancillería uruguaya. “Sencillamente, los mecanismos ensayados para llegar a un acuerdo, que eran los adecuados, no funcionaron”. Está convencido de que, desde el primer momento, Argentina actuó en función del recurso ante La Haya.

(Rumbosur, 25.05.2006)


“Tengo la impresión de que en la relación con Argentina, el estilo de este gobierno –que es dejar que las cosas vayan decantando, a ver si se arreglan solas– fue dejando que esto creciera, creciera, creciera, y hoy se ha transformado en una cosa muy peligrosa para Uruguay”, comentaba hace un par de semanas el ex ministro de Economía del presidente Luis Alberto Lacalle, Ignacio de Posadas.

“Haber visto la postura argentina como algo propio de un período preelectoral –entonces ‘Dejalo correr, cuando salga electo Busti esto se termina, no te preocupes’– hizo que la cosa creciera, creciera, creciera, y una vez que empujaron al chancho en la bajada no había quién lo volviera a subir”, dijo al programa En Perspectiva, en El Espectador. De Posadas reconocía que “es muy difícil lidiar con la irracionalidad” y con “los códigos de la política argentina”, pero puntualizaba: “Una realidad de política exterior no se acomoda (...) insistiendo en que yo tengo razón y usted está equivocado, aún si la tengo. El tema de quién tiene razón ahora casi pasó a segundo plano; lo que tenemos en este momento es una amenaza seria a los intereses de Uruguay”.

Esa visión del ex ministro, a quien la izquierda visualiza como su antítesis, tuvo la particularidad de, por un lado, separarse de los planteos beligerantes de la oposición y en particular de su propio Partido Nacional, y por otro lado coincidir –en grandes líneas– con opiniones que rumbosur recogió en fuentes del Edificio Libertad y la propia Cancillería. Con matices y “sin los sarcasmos típicos” del ex ministro y senador, pero con algún acuerdo esencial.

“Cuando llegamos al gobierno el problema ya estaba planteado en todos sus términos”, dijo –a título personal– una fuente de la Cancillería. “Estaba aprobado el Tratado de Protección de Inversiones con Finlandia (que el Frente Amplio no votó porque es el peor de los que ha suscrito Uruguay); y concedido el permiso a Ence, al que Botnia se sumó después. Ya estaba planteada también la protesta de los vecinos de Gualeguaychú, y en la primera reunión de los presidentes Vázquez y Kirchner se resolvió formar el grupo de alto nivel. Probablemente el análisis fue equivocado”, concedió, “viendo la protesta de Gualeguaychú como expresión de los intereses electorales del gobernador Jorge Busti. En realidad había una gran manija, información disparatada, etcétera, pero lo cierto es que la población de Gualeguaychú lo creyó, y por lo tanto el fenómeno trascendía lo electoral”.


¿Negociación imposible?

Mientras crecía la protesta de la Asamblea Ambientalista, comenzaba a reunirse el Grupo de Alto Nivel. “Se suponía que cada país iba a nombrar cinco o seis representantes, pero por Argentina venían 20. Es muy difícil conducir una negociación con 20 que a su vez tienen diferencias entre sí, algunos que saben del tema y otros que no, algunos fundamentalistas y otros orientados a la discusión. Además, la Cancillería argentina tiene un director de Asuntos Ambientales como Raúl Estrada Oyuela, que sin duda conoce del tema, pero asumió una posición fundamentalista. Sinceramente, tengo la convicción de que ya entonces Argentina estaba preparando el terreno para ir a La Haya”, confió el funcionario. “Cuando la subcomisión de aguas había avanzado y acordado en el 85 ó 90% de los temas, Estrada Oyuela la levantó impidiendo seguir la negociación. Es que un acuerdo en esa comisión sería un antecedente muy fuerte contra el reclamo en La Haya que ya estaba en sus planes. Ahí se intensificaron los piquetes, que hasta entonces eran ocasionales”.

Fue entonces cuando Uruguay intentó convocar al Consejo Mercado Común y advirtió que buscaría también recurrir al Tribunal de Controversias.

“En el deber ser, los piquetes son una ultraviolación del tratado”, decía De Posadas. “El presidente pro témpore del Mercosur tiene que dar lugar a eso y en el deber ser, juntados los socios después de que el presidente los convoque, tienen que decir que Argentina estuvo mal. Todo eso es clarísimo en el reino del deber ser, pero no en el reino del ser, y la responsabilidad que tiene Uruguay es con relación al ser de su país, no con relación a una docencia del deber ser”. Pero opinó que Uruguay no debió buscar ninguno de los dos caminos, “no porque esté mal sino porque iba a dar malos resultados”.

Según el funcionario de Cancillería, no recurrir a esos mecanismos supondría “un grave daño a la institucionalidad del Mercosur, en la cual habíamos avanzado mucho durante la Presidencia pro Témpore de Uruguay. Teníamos que destrabar la discusión y evitar el bloqueo –que estaba claro que no era propagandístico sino que buscaba provocar un daño económico al país–, y al mismo tiempo defender el proceso de integración”.

La Cancillería armó entonces un equipo “con los mejores especialistas, sin importar a qué partido respondían”, dijo esa fuente. Vázquez convocó a los líderes políticos, les brindó un informe de la situación, y la Cancillería llamó a todos los partidos a integrarse a esa comisión de trabajo que discutiría la estrategia. “Pero, salvo el Partido Independiente, el resto de la oposición no se quiso integrar”, señaló el funcionario.

La comisión seguía funcionando sin representantes de los partidos Colorado y Nacional; los piquetes se consolidaban, “y a mí me confirmaba que esto iba de cualquier manera a La Haya”, dijo la fuente. “Era muy difícil desarmar el clima creado en Gualeguaychú”.

La oposición reclamó que, ante el punto muerto en la discusión a nivel de cancillerías, el Presidente hiciera algún gesto. “El gesto se dio en Chile, todos sabemos lo que pasó, y se volvió a trancar”. Respecto al pedido de detener las obras, tras la reunión del secretario de la Presidencia uruguaya, Gonzalo Fernández, y el ministro del Interior argentino, Aníbal Fernández, la fuente comentó que “le quedó un mal sabor que, cuando se había acordado suspender la construcción para contemplar algún estudio más, Botnia –que en principio estuvo de acuerdo– se haya negado”. El periodista argentino Joaquín Morales Solá afirma en La Nación que Botnia Uruguay accedía, pero recibió la orden en contrario desde Finlandia. El funcionario de Cancillería no quiso comentar la versión, pero “algo ocurrió que impidió esa suspensión que no ofrecía problemas, y congeló las posiciones en el punto de discrepancia al que se había llegado”.


Interna complicada

De Posadas rechazaba los reclamos de la oposición en el sentido de que Uruguay debería endurecer su posición. Reconocía que el miedo que hoy sienten muchos argentinos es genuino, “y los miedos son muy difíciles de combatir”. “El miedo está generado; se creó mal pero es una realidad, entonces hay que ir al encuentro de eso, porque estas cosas no se arreglan ganando uno y perdiendo el otro. Esperar a que mañana en La Haya se diga que Uruguay tiene razón y Argentina no, cosa que es muy difícil que suceda en esos términos, tampoco es una solución”.

Por su parte, la fuente de Cancillería reconoció debilidades en el frente interno. “Hay ministros cuya opinión no conocemos; ministros que intervinieron y no debían hacerlo, porque la política exterior es materia del Presidente con el ministro de Relaciones Exteriores (sin perjuicio de que el Presidente pueda buscar, como lo hizo recurriendo al secretario Gonzalo Fernández, alguna vía tangencial para buscar una salida cuando la negociación se trabó en su carril normal)... Faltó disciplina internamente, en momentos en que la oposición ha sido feroz y al mismo tiempo faltode propuesta. Por ejemplo”, dijo, “se reúne la comisión para discutir estos temas y el Partido Colorado difunde una carta diciendo que no considera que sea un nivel adecuado para participar. Al mes desembarcan en la comisión el Partido Colorado y el Partido Nacional, pero sin aportar nada en relación a la estrategia a seguir. Y a continuación critican al Presidente porque ‘no conversa’, si conversa lo critican por conversar, si dice que llevar el tema a La Haya es cortar el diálogo dicen que tiene que conversar... El Parlamento convoca al ministro Mariano Arana y al canciller para darles su apoyo, pero de inmediato se los critica a través de la prensa (algún medio, en 550 días de gobierno, dedicó más de 300 números a cuestionar al ministro Gargano). La oposición juega su partido para dentro de cuatro años, sin entender que al Uruguay le va mucha cosa”, comentó.


Socios

“Estamos solos, absolutamente solos, y no tenemos tamaño para poder estar solos. Entonces, primero hay que callarse la boca (...) porque no se puede entrar en competencia con el presidente de Argentina, que siempre ha tenido ese estilo de pechar, pechar y pechar. No hay que hacer declaraciones, y mucho menos sin anticipar: en la política la anticipación es esencial”, dijo De Posadas. Pero, ante el pedido de reunión del Consejo Mercado Común, era “de cajón que Argentina no iba a citar, (...) y era de cajón que Brasil, enfrentado a un problema de dos socios, iba a hacer una de dos cosas: sacar la pata del lazo o volcarse al mayor, que es en el que más interés tiene. Lo que Brasil hizo –que en el reino del deber ser está mal– fue decir ‘Esto no es del Mercosur, es bilateral’; [pero] en el reino del ser era lo mejor que podía ser para Uruguay”.

La fuente de Cancillería coincide en que Brasil no podía dar la razón a Uruguay. “Pero pudo jugar la carta del Consejo Mercado Común, que era lo que nosotros habíamos pedido para discutir el bloqueo. Brasil no sólo no ayudó a resolver el conflicto sino que le dio la razón a Argentina en cuanto a la bilateralidad. A mi manera de ver, ese es un grave error de Brasil incluso para sus intereses nacionales”, señaló.

El experimentado dirigente nacionalista destacaba que “el Mercosur para Brasil siempre fue un proyecto político, no comercial (...): liderar un bloque para consolidar su situación como player internacional. Tenemos que reconocer eso” y “acercarnos a Brasil callados la boca” para “tratar de negociar comercialmente todo lo que se pueda con todos los que se pueda”.

“Se dice que cuando Lula habló con Kirchner sobre la necesidad de conversar con Uruguay, el presidente argentino tuvo una reacción... destemplada. Pero desde mi punto de vista Brasil se equivocó. Nadie le estaba pidiendo que se inclinara por Uruguay sino que reconociera la regionalidad del conflicto. Hay mucha manija contra el Mercosur, hay gente muy interesada en que la integración no camine, y la actitud de Brasil vino a robustecer esa imagen. El Mercosur no funciona desde el punto de vista comercial, no funciona respecto a la compensación de las asimetrías, y si Brasil pretende liderar el proceso de integración es el que tiene la mayor responsabilidad. La Unión Europea no hubiera avanzado si Alemania y Francia no hubieran sido los motores de la integración. Desde mi punto de vista, Brasil se debate entre la vieja concepción del ‘Destino manifiesto’ de Itamaraty y la Escuela de Guerra, el liderazgo empujando hacia el Pacífico, y una concepción más acorde al mundo de hoy: los líderes indiscutidos de un proceso de integración que lo pone en mejores condiciones de ser interlocutores de los grandes países y regiones del mundo”.

Aunque rechazando “el tono mordaz”, una fuente del Edificio Libertad coincidió en lo esencial del planteo del ex ministro nacionalista, y en que la solución del problema tampoco está en La Haya. Si bien espera que, en pocos meses, el Tribunal rechace la medida cautelar que pide Argentina, está de acuerdo en que el tema de fondo “no se va a solucionar, porque va a llevar muchísimo tiempo –años– y, mientras sigue el conflicto, el deterioro de la relación con Argentina va a producir efectos muy graves”. Recordó que el presidente Néstor Kirchner inicia este jueves el camino a la reelección, y eso le genera problemas para retroceder en su enfrentamiento a las plantas de celulosa.

De Posadas proponía “ir al encuentro de Argentina hasta en el tono”. Partiendo de que los 90 días de suspensión son “un disparate” que “no se puede ni discutir”, proponía tragar saliva, “reunir toda la información otra vez”, “llamar al embajador argentino, poner todo esto a su disposición, pedir al gobierno argentino que, habiendo leído y estudiado todo esto por favor nos diga concretamente qué otros elementos precisa”, y “decir: ‘Muy bien, vamos a tomar una lista de consultores, elijan tres y vamos para adelante con ese tema; lo financiamos entre los dos y seguimos para adelante’”.

“Hoy no hay ninguna conversación”, dijo a rumbosur la fuente de Cancillería. “Más allá de que Uruguay siguió participando en todos los eventos del Mercosur, más allá del buen relacionamiento personal con todos quienes participan en el intercambio, más allá de que incluso en este período aumentó el intercambio comercial entre Argentina y Uruguay, lo cierto es que los pronósticos no son buenos. Uruguay se juega una carta muy importante en esta primera audiencia en La Haya (los resultados estarían a fines de julio o en agosto). Uruguay se ha armado bien, con un equipo multidisciplinario y plural”.

Vázquez viene insinuando desde hace varias semanas (y lo repitió este domingo) que “este Mercosur no sirve”, y que el propio tratado prevé la salida de sus miembros y pasar a la calidad de asociados, como lo es Chile.

De Posadas reclamaba “dejarnos de hacer declaraciones con relación al Mercosur. Es cierto que no funciona, pero es absolutamente inviable que nos podamos ir, y es mucho más inviable aún que podamos cortar a la medida un traje Mercosur propio; ser socios aquí sí, allá no, un poquito para arriba… Eso es absolutamente inviable”.

“Hoy está en juego la inserción internacional del Uruguay, para lo cual hay que analizar la situación en la región”, matizó el funcionario de Cancillería. “En la Cumbre de Viena, los temas centrales fueron la situación de Bolivia y las plantas de celulosa de Uruguay, y no por el papel de la reina del carnaval de Gualeguaychú. Y el discurso de Kirchner en la Cumbre pone en duda toda posibilidad de inversión europea en la región, cuando el destino de la forestación en Argentina no puede ser otro que ese, porque no van a fabricar escarbadientes ni a exportar rolos con todos esos árboles. Ya lo dijo el presidente de Botnia en los diarios argentinos del domingo: ‘Se nos van las ganas’, y parece lógico que un emprendimiento de esa naturaleza no puede depender de que se fabrique un clima de terror y un piquete corte el tránsito de personas y cargas”.

“Si el Tribunal aceptara las medidas cautelares que pide Argentina –detener la obra–, toda la región se tiene que despedir de las inversiones. Si no da lugar a las medidas cautelares, no hay ninguna garantía de que no sigan los piquetes (este fin de semana cortaron el puente otra vez). Apostemos a la racionalidad. Si este jueves Kirchner vincula este tema en su campaña electoral, es un problema. Podemos tener un panorama más complicado.

“En ciertos aspectos estamos en una situación particularmente vulnerable”, advertía De Posadas, y coinciden las fuentes de rumbosur. “En la energía, en los canales, en todo lo que fuera, Argentina nos va a pasar factura, nos va a costar muy caro. Tenemos que tratar de parar la pelota, enfriar el partido, callarse la boca e intentar (...) un acercamiento con Brasil para tratar de recomponer la relación, que es muy importante”.

Silencio

El fin de semana pasado trajo noticias que pueden cambiar el escenario. Trascendió que la provincia de Corrientes ha estado negociando la instalación de una planta de celulosa finlandesa “igual o más grande que la de Fray Bentos”, y que el gobernador está en tratativas con empresas chilenas. El presidente de la consultora que diseñó la planta de Botnia en Uruguay, Rainer Häaggblom, añadió que también el gobernador de Misiones está muy interesado en recibir a las empresas del papel.

El reconocimiento debilita las posiciones intransigentes ensayadas hace apenas unos días por el presidente y los gobernadores argentinos que se solidarizaron con su par entrerriano Jorge Busti, y éste trató de “hipócrita” al correntino.

El presidente de Botnia, Erkki Varis, aseguró el domingo a enviados de varios diarios argentinos que la planta será inaugurada como estaba previsto entre agosto y septiembre de 2007, ya que la empresa no piensa paralizar las obras porque eso no es necesario para el estudio de impacto ambiental. Y advirtió que este conflicto “disminuye las ganas de invertir en la Argentina y en Uruguay”.

Ya el sábado 20, otro gesto destacado fue la presencia del vicecanciller y el embajador argentinos en los actos conmemorativos de los 30 años de los asesinatos en Buenos Aries de Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw.

Vázquez, quien hace unos días concluía que no hay nada que hablar sobre este tema, decía este domingo a Morales Solá que siempre está “dispuesto a hablar”, aunque “es el gobierno argentino el que ha llevado el conflicto al Tribunal. Y creo, sinceramente, que Uruguay tiene razón”. “Estoy dispuesto al diálogo, pero ¿cómo hacer ese diálogo? Entiendo las necesidades políticas del presidente Kirchner, pero yo no tengo muchas propuestas para hacerle”, dijo Vázquez a La Nación.

También el canciller Reinaldo Gargano, si bien reclamaba la razón para la posición uruguaya y recordaba que Argentina optó por llevar el tema a La Haya, destacaba este sábado: “Nunca se va a terminar el diálogo con Argentina”, ya que ambos países “están vinculados por miles de lazos”. El conflicto, lamentaba Gargano, “es solamente un episodio lamentable que nadie tenía en su libreto”.

Desde la otra orilla, también este domingo pero en Clarín, Kirchner sostenía que cree tener “los principios jurídicos” para recurrir por “la violación del Pacto del Río Uruguay”, y que está “siguiendo todos los pasos que corresponden a una actitud cívica correcta en un tema ambiental, y a la desdramatización que debe tener esta cuestión”. Y parecía también enviar una señal: “Yo, al revés de lo que han dicho el propio presidente (Tabaré Vázquez) y demás, creo que nunca el diálogo se agota”.

Pero, tomando distancia de la Asamblea Ambientalista de Gualeguaychú, que rechaza discutir siquiera si las plantas de celulosa contaminarán o no y exige no tenerlas frente a su ciudad, cuando Clarín le pregunta cómo terminará la historia, si no serán construidas o sí lo serán pero con “un nivel razonable de control ambiental en el cual participe la Argentina” (que es lo que ha ofrecido Uruguay desde el principio), Kirchner respondió: “No queremos perjudicar las inversiones de nadie. Pero no queremos tampoco que haya contaminación y que se respete el medio ambiente. Entonces, eso va a determinar si es factible o no la funcionalidad de las plantas de papel”.

Algo es seguro: desde el Edifico Libertad y la Cancillería, habrá muchos ojos y oídos puestos en el acto en que Kirchner iniciará hoy, jueves 25, su campaña reeleccionista.

***

La defensa celeste

Para defender a Uruguay ante el Tribunal de La Haya, donde tendrá lugar la primera audiencia el 8 y 9 de junio, el presidente Tabaré Vázquez designó al secretario de la Presidencia, Gonzalo Fernández, como cabeza del grupo que integrarán los embajadores en Francia, Héctor Gross Espiel, en Estados Unidos, Daniel Gianelli, y en La Haya, Carlos Mora. A ellos se suman el representante permanente ante las Naciones Unidas, Felipe Paolillo, los internacionalistas Edison González Lapeyre y Roberto Puceiro, el ex decano Alberto Pérez Pérez, más el estudio jurídico estadounidense Foley Hoag LLP, experto en litigios internacionales y demandas entre Estados.





martes, 16 de septiembre de 2008

“Vamo a dejarla ahí”

Nadie entendía nada, hasta que habló el Goyo

“¡¿Qué pedir perdón ni pedir perdón?! ¡Antes caer de espaldas que de rodillas!”. La boca torcida en un rictus desafiante, el teniente general Gregorio Álvarez bramó la respuesta a la cara de los periodistas que le preguntaban qué habían querido decir los 10 ex comandantes con su carta difundida en el Día del Ejército. Tal vez su estallido puso un antes y un después definitivo en “la cuestión militar”.

Rumbosur, 25/4/2006.




Hace dos semanas, la Justicia envió a prisión a cuatro personas por el asesinato de un empresario inmobiliario. Según trascendió, un inversor español contrató a un policía para que (“por medios no legales”, dicho eufemísticamente) recuperara el dinero que le habría birlado el empresario. El policía mató al empresario, trataron de ocultar el asesinato, fueron descubiertos y marcharon a prisión el inversor, su mujer, el policía, y el escribano que supo y calló. Presumiblemente, la defensa alegará que quien disparó el arma fue el policía. Pero quien ordena apremiar ilegalmente a una persona es responsable de lo que ocurra de ahí en adelante, y por eso los involucrados están procesados por homicidio.

El general Gregorio Álvarez razonaba así cuando, siendo comandante en jefe, emitió en julio de 1978 la célebre orden interna 7777 anunciando: “Este Comando no permitirá fijar forma de revisionismo de lo actuado por sus integrantes durante la guerra contra la subversión, y si alguna actividad reñida con los Derechos Humanos se le adjudica, el suscripto se responsabiliza de haber dado la primera orden en ese sentido por su condición de jefe de Estado Mayor Conjunto en la época de referencia”.

“Yo lo maté”, asumió –con el mismo sentido común— el teniente general Hugo Medina en una lejana entrevista con César Di Candia, cuando éste le preguntó quién había matado al doctor Vladimir Roslik. Medina era el comandante de la región militar de la cual dependía el cuartel donde el médico fue torturado hasta morir el 16 de abril de 1984. No adujo que él no había dado orden expresa de matarlo, ni importaba quién se había “excedido” al sumergir a Roslik en el tacho: fue personal a su mando en una dependencia a su mando. Medina tampoco argumentó que el operativo que terminó en la muerte de Roslik fue una maniobra para debilitarlo a él como “aperturista”, precisamente en oposición a los “duros” liderados por Gregorio Álvarez. En lugar de argumentar, explicar, justificar, dijo escuetamente: “Yo maté a Roslik”.

También a la salida de la dictadura, los comandantes de las Fuerzas Armadas emitieron en 1986 una recordada declaración, en la que reivindicaban el golpe del Estado (“cuando se producen desencuentros entre los sectores que componen una sociedad, de magnitud tal que no se logre conciliar un punto de entendimiento y la crisis trae como consecuencia el quebrantamiento de la legalidad vigente”). Los comandantes explicaban elípticamente que habían perdido “los puntos de referencia” y reconocían que “los hechos derivados de tal situación, cometidos por integrantes de las Fuerzas Armadas, son de su responsabilidad, por acción u omisión”.

Coincidentemente, las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, la izquierda y sectores minoritarios del Partido Nacional y del Partido Colorado reclamaban juzgar a los autores materiales de los delitos, pero también y en primer término a quienes tuvieron la responsabilidad no sólo de la “guerra contra la subversión” (que en realidad había terminado un año antes del golpe de Estado), sino de las violaciones ocurridas durante toda la dictadura.

Pero, pese a tanta unanimidad en la responsabilidad máxima del mando superior, en aquel mismo 1986 el Parlamento se vio forzado a aprobar la ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado, y luego la ciudadanía la ratificó en medio de un clima que amenazaba con otro golpe militar.


Sobre mojado

Por eso, cuando trascendió en vísperas del Día del Ejército que 10 ex comandantes difundirían una carta abierta, en la que asumían la “responsabilidad” por las violaciones a los Derechos Humanos durante la dictadura, medio país salió a interpretar qué se proponían.

Ya el jueves 18, los programas periodísticos de radio y televisión comenzaron leyendo la carta y buscando aclaraciones, repercusiones, o por lo menos signos exteriores que permitieran una interpretación.

Para empezar, se comprobaba que eran casi todos los ex comandantes aún vivos: Gregorio Álvarez (1978-79), Guillermo de Nava (1990-1992), Juan Curutchet (1995-96), Fernán Amado (1998-99), Carlos Daners (2001-2004), Carlos Berois (1987-90), Juan Rebollo (1992-93), Raúl Mermot (1996-98), Juan Geymonat (1999-2001) y Santiago Pomoli (2004-2005).

Segunda comprobación, el único que ocupó el cargo durante la dictadura fue Álvarez.

Tercera comprobación, no la firmaban Daniel García (1993-1995) ni Ángel Bertolotti (2005-2006), el inmediato predecesor del teniente general Carlos Díaz. Con las horas se sabría que Bertolotti no fue informado de la carta ni invitado a firmarla. Se tomaba nota de que, durante el actual gobierno, Bertolotti encabezó las investigaciones sobre desaparecidos y elaboró el informe que reconoció por primera vez de manera oficial la desaparición de personas.

Fuentes próximas a Daniel García aclaraban que él tampoco fue informado previamente, y que “hace tiempo que no concurre a reuniones de militares”. En abril del año pasado, en el programa Código País de Teledoce, García negó que el Ejército torturara a sus detenidos: los prisioneros declaraban espontáneamente y después pedían a sus interrogadores que los golpearan para justificar, con las marcas, porqué habían colaborado, afirmó. Pero se tomó nota de que García se había manifestado partidario de un pedido de perdón por parte de los militares. Después de las primeras interpretaciones a partir de quiénes firmaban, quiénes no y por qué, se pasaba a la segunda parte: qué decían y qué efecto buscaban con la carta.


Ma non troppo

Los ex comandantes precisaban el motivo de su salida pública: “varios camaradas en actividad y retiro han debido concurrir a Juzgados por citaciones en distinta calidad, relacionadas con hechos del pasado”, “casos recientes y en algunos otros en trámite, (...) abriendo el paso a la Justicia de otros países para que actúen sobre camaradas nuestros, ciudadanos de esta Nación, por los hechos ya mencionados”. Es decir, la extradición de implicados en el secuestro y asesinato del agente chileno Eugenio Berríos, y los detenidos para extradición por el secuestro y asesinato de María Claudia García de Gelman.

Las premisas de la carta no pasaban de generalidades (“el Jefe es responsable de lo que hacen sus subordinados”, “apoyo incondicional al Ejército y su Mando”, “compromiso con el Ejército y con la Nación que les es propio por su condición militar y por el cargo que ejercieron”) o ambigüedades (“adhesión que les inspira el dolor de todos los compatriotas que han perdido a seres queridos”).

La sustancia parecía estar en el remate: “Declaran que comparten y asumen plenamente las responsabilidades institucionales y sus eventuales consecuencias, por los actos del servicio cumplidos por los integrantes del Ejército, como un compromiso solidario e intransferible”.

Varios dirigentes políticos consultados destacaban el tono “mesurado” de la carta. Familiares de detenidos desaparecidos apuntaban que, si los comandantes se estaban declarando culpables por los delitos que cometieron sus subalternos, lo recibían con beneplácito. Una redacción ambigua como “adhesión que les inspira el dolor de todos los compatriotas que han perdido a seres queridos” podía querer decir muchas cosas.

Según los primeros trascendidos de fuente militar, los firmantes aspiraban a “que la situación sea escuchada, atendida, y que –si creen que es una instancia que amerita conversar con nosotros, o mandarnos citar– bueno, todo eso está abierto”, dijo uno de ellos a En Perspectiva fuera de micrófono. Nada nuevo, entonces, salvo que quisieran dar una señal clara de que no resistirían una citación, como algunos anunciaron en su momento y se volvió a decir recientemente.

*** 

¿Qué querían decir, entonces, a quiénes y para qué? Porque el general Mermot distinguió rápidamente entre los “actos de servicio” y sus consecuencias de torturas, muertes y desapariciones. “¿Usted puede pensar que alguien pueda dar esa orden sensatamente, que alguien que ahora se hace responsable pueda haber dado esa orden?”, preguntó en relación a la muerte de María Claudia García de Gelman. “¿Cómo va a ser un acto de servicio? No, no. De ninguna manera”, enfatizó. Y remarcó: “Uno es responsable de todo lo que hagan o dejen de hacer los subordinados en tanto lo hagan cumpliendo órdenes, directivas o planes precisos dispuestos por uno. Pero si hay algo que se hizo que no responde a un plan o a una orden precisa, no soy responsable”.

El 18 de mayo de mañana era imposible saber de qué se estaba hablando. Si la carta aludía a las extradiciones motivadas en aquellos hechos ¿por qué están detenidos los militares Gavazzo, Silveira, Rama, Vázquez, Arab y el ex policía Medina?

A diferencia de lo que en su momento asumieron los generales Medina y Álvarez, los firmantes se sienten “responsables” sólo por los “actos de servicio”, pero nadie aclaró qué es un acto de servicio, en especial cuando “se perdieron los puntos de referencia”. ¿Las torturas, a veces asistidas técnicamente por médicos militares para que el interrogado no muriera prematuramente sin brindar información? ¿El parto de las prisioneras para traficar con los recién nacidos y después matar a la madre? ¿Los millones de dólares con que, según se ha denunciado, se intentó extorsionar a familiares de algunas víctimas y a personas a las que se podía acusar de vinculaciones con “la subversión”?


No se oye

El abogado del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), Guillermo Paysée, asignó una “importancia relativa” a la carta y destacó la coincidencia en el tiempo con la detención de “los militares más comprometidos con las violaciones a los Derechos Humanos” para su extradición.

Paysée destacaba algo obvio: las cúpulas militares no son responsables ni dejan de serlo porque así se declaren. El abogado daba otra pista: Serpaj presentaría en estos días una denuncia (que venía preparando desde tiempo atrás) contra las cúpulas militares, por su responsabilidad en los hechos o actos desarrollados por sus subordinados.

Fuentes militares admitieron a rumbosur que una de las principales finalidades de la declaración fue desviar la investigación del juez Juan Carlos Fernández Lecchini en relación a esta “sección uruguaya” del Plan Cóndor, atendiendo al pedido de extradición solicitado por Montenegro. Los firmantes entendieron que, si los mandos superiores reconocían la “responsabilidad” de los hechos de la dictadura, la causa contra los detenidos podría desvanecerse.

También buscaron provocar un hecho político al estimar que la declaración cerraría filas en la interna militar, algo así como “todos encolumnados detrás de los jefes de ayer, hoy y siempre”.

Pero entonces, luego de tantos intentos de explicar el contenido y los motivos de la carta, Gregorio Álvarez descerrajó su ira ante cámaras y micrófonos. Ante la insistencia de los periodistas por una explicación sobre qué buscaban transmitir, Álvarez cortó: “Vamo a dejarla ahí”.

Tal vez era demasiado tarde, y debieron “dejarla ahí” antes de salir a los medios. La carta tendría un efecto boomerang ya que, aunque quiso demostrar que aquellas acciones tuvieron carácter institucional, el tema no caló entre los oficiales en actividad, que aspiran a desprenderse de los hechos ocurridos durante la dictadura. En lugar de cohesión, generó desconcierto en filas del Ejército: si además de la detención y extradición de los más notorios represores –a quienes el arma está dispuesta a entregar– se efectivizara la captura de los ex comandantes, la institución ingresaría en una situación interna que dificultaría la jefatura del comandante Carlos Díaz.

La Secretaría de Derechos Humanos de Argentina reclamó a la Justicia de ese país que libre una orden internacional de captura con fines de extradición para los 10 ex comandantes. La solicitud del secretario de Derechos Humanos, Luis Eduardo Duhalde, al magistrado Guillermo Montenegro, fue formulada en el marco de la investigación abierta en este país por la desaparición en 1976 de María Claudia García de Gelman.

En Uruguay, sin embargo, el Poder Judicial no actuaría de oficio como reclamaron algunas voces. “No está nada previsto, porque los firmantes reconocen su ‘responsabilidad’ en términos genéricos, pero no su culpabilidad en los delitos”, explicó a rumbosur una fuente judicial.

Las derivaciones de la causa que sigue la Justicia argentina pondrían en un brete al presidente Tabaré Vázquez, quien se comprometió en 2005 a mantener y cumplir la Ley de Caducidad, “en especial de su artículo 4º, que ordena investigar las denuncias”, de la que en principio estaban excluidos por su propia naturaleza (aunque no figure expresamente en el texto legal) los asesinatos de María Claudia García, Zelmar Michelini, Héctor Gutiérrez Ruiz, Rosario Barredo y William Whitelaw. Más cuando, los ánimos caldeados por la carta y recalentados por el exabrupto de Álvarez, distintos sectores reclaman anular o derogar la Ley de Caducidad.

La carta, en consecuencia, habría logrado el más exitoso fracaso.